Recorriendo la intimidad del museo de Frida Kahlo

Nuestro México es el segundo país con más museos en Latinoamérica. Así es, la cantidad de estos lugares es notable no solo por la cifra (que por cierto te sorprenderá) sino también porque refleja lo rica que es nuestra nación al preservar tradiciones, naturaleza y cultura en tantos espacios que quizá una vida no nos baste para recorrerlos.  

Con el paso del tiempo nuestra ciudad ha visto el surgimiento de nuevos museos y fue en 1958 cuando, tras cuatro años de su muerte, la vivienda de Frida Kahlo en Coyoacán, se transformó en uno de los 1,789 recintos culturales que forman parte de nuestro patrimonio.

Frida Kahlo fue una pintora distinguida a nivel internacional. Dió exposiciones aquí y en diversas partes de EUA y Europa. El célebre Museo Louvre de París adquirió uno de sus autorretratos, así que en una de sus salas hay una probadita de su talento.

Incluso después de su muerte, su talento excepcional y su personalidad tan impresionante han provocado el interés de numerosas personas alrededor del mundo.  Su casa, convertida en museo, es una visita obligada para todos los mexicanos y para toda persona intrigada por su vida y obra.

Somos afortunados por tener muchas de sus obras dentro de la que alguna vez fue su residencia en la infancia, la llamada Casa Azul. Y más vale que no te cuente ningún extranjero, es mejor conocerla por tí mismo y evitar un golpe directo a tu corazón tricolor si alguien que no es de este país te da una lección sobre ella.

Por eso no me quedé con las ganas y la visité a través de un recorrido virtual desde su página oficial. Me dejó una sensación de orgullo y fascinación que despertó en mí la idea de ir a visitarla personalmente cuando tengamos más permitido salir. Ahora verás por qué.  

Casa vestida de azul rey

La casa está completamente pintada de un tono azul rey mate.  Conserva vigas en el techo en varias de las habitaciones y el ambiente al entrar contrariamente a otros museos es particularmente acogedor.

Sus paredes son altas y luminosas, casi pude sentir lo fresco de las salas que seguramente le dan los patios de alrededor. Y en ellos, hay diferentes especies de plantas y árboles.

En el patio de la entrada hay varias figuras prehispánicas montadas sobre una pirámide asombrosa de tres niveles. En el otro, un par de figuras representando a Frida y a Diego Rivera parecieran darte la bienvenida.

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Imagen: museofridakahlo.org.mx/es/el-museo/visita-virtual/

Salas de retratos y vivencias

Son cinco las salas que albergan la mayor parte de la colección de Frida en la casa, principalmente óleos sobre tela y otras obras hechas con materiales como el masonite y la lámina.

En la sala uno encontré una chimenea de piedra con figura de pirámide de piso a techo que junto a la pirámide de la entrada, son los primeros indicios de lo que encuentras en el resto del recorrido: la esencia de México por todos lados.

Observé los retratos y los cuadros con escenas de su vida y recordé que ella decía que pintaba su realidad, un hecho que hace más impactante su obra conforme vas “caminando” con la mirada.

Mexicanísima

Al entrar al comedor y a la cocina te vas dando cuenta de la pasión de la artista por la artesanía mexicana. Platos, ollas, figuras de barro y cartón, muebles de madera y mimbre y nuevamente figuras prehispánicas son las que adornan hasta el más pequeño rincón de ambos espacios.

Los relojes, caballetes, roperos, esquineras, baúles, burós, cestos de mimbre y más pinturas y fotografías en las paredes se encargan de embellecer las habitaciones de ella y Diego.

Me llamó la atención que Frida tenía dos habitaciones, una de día con vista amplia al patio y pequeña, mientras que la otra era para la noche. Esta última es increíblemente amplia y tiene una serie de muebles de madera que parecen salidos del taller, están en perfectas condiciones. 

Una de las habitaciones que más me emocionó fue el estudio. Esta parte de la casa es una de las más grandes e iluminadas. Está en un nivel superior, rodeada por ventanales con una vista al patio delantero en la que imaginas a Frida pintando. 

El recorrido

El recorrido te toma por lo menos 40 minutos y la experiencia que te dan las visualizaciones te permite sentir que realmente estás pisando las galerías y los hermosos patios. Puedes navegar por los espacios, retroceder y realizar acercamientos. 

Andar virtualmente en la Casa Azul debe complementarse con información más específica que encuentras en el resto de la página sobre las colecciones, también está disponible su biografía y datos interesantes que te dejarán como yo, con toda la intención de ir a visitarla personalmente. 

Entra a https://www.museofridakahlo.org.mx/es/el-museo/visita-virtual/ y mira por ti mismo una porción del legado que esta increíble artista nos dejó.  

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